martes, 15 de mayo de 2012

Corto.

No es una relación amor-odio.


Es sólo que odio amarte tanto


Te veré, y me preguntaré por qué
Por qué, aunque no quiera verte, sé que moriría sin ti

lunes, 2 de abril de 2012

Alicientes urbanos de una tarde lluviosa.

La más bonita de las lluvias, estando en casa. El mejor cigarro, el de después del sexo. El mejor "Adiós", cuando es un "Hasta pronto" camuflado por el cristal de la inseguridad. 
John Mayall me lame los oídos, y yo huelo las sábanas, aún húmedas por el agua interna de dos cuerpos. Froto la mejilla contra ellas, mi pelo se enreda tapándome los ojos, pero no importa. Sólo huelo. No veo.
Y la ciudad se inunda en contaminación húmeda, que apenas sirve para dar de beber a los árboles que en unos meses darán sombra, y ahora alergia.
Aunque haya un claro de cielo que no sea gris, siguen las gotas abrazando el asfalto, tornándolo de un negro intenso, que llama a la lectura, al igual que un Bourbon con hielo en un antro donde suenen los Zeppelin de fondo.
Eso me llama a .
Así que trae el tocadiscos, la botella, el tabaco, y disfruta de una tarde llena de compañía. Tú, y el resto de alicientes sois la mejor compañía. 





domingo, 1 de abril de 2012

Pensamientos de un sábado noche.

Una extraña felicidad vomitaba sobre mi cerebro alrededor de las dos de la mañana. Sábado noche, y tiempo primaveral. Finales de Abril. 
Las comisuras se estiraban por sí solas, como si tuviesen vida propia, y los ojos, rasgados y negros, apenas eran dos rendijas que observaban el resto de reacciones. El principal precursor fue el Whisky. 
Recordé aquellos que, siendo lo que son, no comprenden el por qué se bebe para pasarlo bien. Y preguntan. Preguntan a jóvenes que no tienen ni una mínima idea de la vida, ni lo que es un jodido etílico. Una buena fuente de información, ¿eh? Aunque sean, sin embargo, los que menos entiendan que, el alcohol en su justa medida, puede proporcionar una alegría que te permita conservar los recuerdos, y no marearte en cuanto apoyes la cabeza en cualquier asiento de un coche. 
Así que, ¿cuál es la excusa? ¿Que no han vivido suficiente, o que las resacas han sido mínimas? 
-Eh, honey, que te quedas embobada. 
-¿Umh? Ah, sí. Sí. 
Gracias por sacarme de mis pensamientos, capullo. 
El tema no se centra en el alcohol, mismamente dicho. Sino en las reacciones. Hay quien, en lugar de olvidar o derrochar felicidad y amor, cual hippie de los 60, se dedica a regalar lágrimas gratuitas, al acordarse de alguna desgracia pasada. Lo cual tiene el jodido don de hacer decaer una fiesta. 
Otros tantos, si de por sí son estúpidos, esa estupidez crece de una manera exponencial al grado que tenga la botella de Vodka. Ya no se trata de arruinar la noche, sino de encender la mala hostia de cualquiera que pueda dejarle un mensaje físico en la cara.
Y los hay en término medio. Tranquilos, sosegados. Pero artificialmente felices. 


-Ya hablaremos cuando estés sobria.


Sí... Las hay que no saben tener la boca cerrada ni sobria, ni con un espasmo de ebriedad. Que si se callan, les entra un fuerte ardor en el estómago. Y eso es un problema más interno que las vísceras, aunque... Señalando la botella de Whisky, es más sencillo decir: 


-Es el mejor impulsor para decir cosas que luego no recuerde. Y, probablemente, de las que no me arrepienta. 
Rasca la garganta, cual beso desganado.



miércoles, 28 de marzo de 2012

Tiempo. Ayer. Ahora. Mañana.

Se giró. La lluvia repiqueteaba contra el asfalto, mojado desde hacía varias horas. Una lluvia de invierno que calaba, pero no era de suma importancia. El pelo pegado a las mejillas y la frente, y el vaho mariposeando.
Un buen día para decir adiós.


-Lo siento. Pero nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

lunes, 23 de enero de 2012

Punto y aparte.

Me dijeron una vez que era más fácil sonreír que explicar por qué se está triste. Bien. Olviden esa chorrada. De pé a pá. Por completo, y háganselo mirar en el caso de que lo hayan dado por sentado en algún momento de sus vidas.
Tenemos músculos. Un precioso esqueleto que sostiene una masa de carne blanda y fofa. Le da forma. Es útil, según parece. Pero músculos. Movimientos voluntarios, involuntarios, o provocados. 
Y cara.
Sobretodo cara. Otra chorrada, ¿verdad? Tan insípida como inútil. Pero ahí está. Suya, con rasgos característicos de cada uno. 


¿Saben por qué es tan difícil sonreír cuando se está triste? Porque esos músculos, los faciales, se vuelven tirantes. Pesan, y evitan que las comisuras se muevan un milímetro a no ser que sea para hacerlas decaer cada vez más.
Por si fuera poco, las tripas escalan por todo el tronco, anudándose en la garganta, y la saliva deja de fluir. No puedes tragar, ni articular palabras a no ser que quieras que salga un gallo de lo más cuco. 
Tu cara impide expresar lo que verdaderamente no se siente. A no ser que seas como aquel de la esquina, al que le piso un pie y sólo se limita a decir "¿Tienes fuego?"

martes, 6 de diciembre de 2011

Una tras otra.

-Te lo prometo.


Entonces puedes hacer un sondeo de las veces que te han prometido algo, aunque fuera una hora, con minutos exactos, para ir a tomar una jarra de cerveza con los Zeppelin de fondo. Y fallan. 
Banalidades que pueden paliarse con esa misma jarra de cerveza consumida por invitación ajena.
Y no pasa nada. Otra tarde derramándose en el cielo, hasta que se torna de azul oscuro, con salpicaduras blancas y que parpadean.


Y así una, tras otra, aunque el número de promesas cumplidas supere al de las que no. 
No habría que darle demasiada importancia, excepto por un factor que altera totalmente toda clase de situaciones; en las que fallan, no constan banalidades.
Sino asuntos realmente personales, o que te tocan más los cojones.




Entonces, una espiral de revueltas físicas y narices sangrantes se tornan de color carmín, hasta que las gotas manchan el asfalto y los dientes se apilan en un rincón de la acera.


No sería algo digno de nombrar, si no fuera porque, en la mayoría de los casos, las promesas se quedan en el aire, desintegrándose junto con el hedor de la hipocresía. 




Esto es lo que yo denomino una putada. 




-Te lo prometo.
-Y una mierda. Estate ahí y punto. 



viernes, 11 de noviembre de 2011

Y viceversa.

Algún día crecerás. Y volverás a querer ser un niño. Enterrarte en la arena de la playa. Chapotear en los charcos, mancharte la boca de chocolate y pintar con los dedos.
Lo sabes, lo sé.
Pero ya no podrás tocarme. Como a una mujer. Ni besarme, como lo haría un hombre. Ahí donde luces un voluptuosos escote, sólo habría dos pequeñas picaduras de avispa, que dicen llamarse 'pezones'. 
Las curvas propias de las caderas desaparecerían, y serías una carretera en línea recta. 
Pero chapotearías en los charcos, y pintarías con los dedos.


Y sabes perfectamente que lo echarías de menos. Seríamos de nuevo niños, nadando en una infancia imperturbable, llena de gominolas y nubes dulces. De esas rosas que te pringan las manos de azúcar glas. 
Sin vello púbico. Ambos.


Pero ahora, disfrutemos de nuestra edad adulta, celebrémoslo con alcohol, cigarros, y sexo. Desenfrenado. 


Así que.... ¿Niños? 


-No. Todo está como debe estar. Es como tus tetas. Hechas para los pequeños, pero disfrutadas por los grandes.





Disfruta, pues.