jueves, 29 de septiembre de 2011

1/2 de mutuo acuerdo, por favor.

-¿Decías?-
-¿Eh? No he dicho nada.-
-Sí, eso me pareció.


Y la llamas perdida por no encontrarse, pese a que se busque. Te encontró a ti, como un perro tirado en el asfalto, sin correa. Y bien falta que te hacía.
Aplastaste tus mejillas en su pecho, deslizando las malas intenciones por el regazo. Pero te avergüenzas. Encima eres  el que se avergüenza.
Golpeé tu ventanilla del coche .¡Toc, toc, toc!- únicamente para gritarte ¡Triste!. Y me quedé más ancha que larga.
No hiciste caso. Y a lo tuyo. Exprimiéndole la paciencia, arañando en la herida, y carcajeando de forma sonora. Ruidosa, casi. Pero ello siguió allí. Excusándose con un "Le quiero". Aunque ese sentimiento era sólo 1/2 de la relación. Faltaba su parte.
Y de la tuya sobraba más de la mitad.
El dolor es instantáneo, pero el sufrimiento se te hará eterno.


No es que ella esté vacía por dentro. Es que la absorbiste por completo. Cabrón.


Agradecimientos a Males.
Aunque no me resulte algo
por lo que sentirme orgullosa.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Salud.

Lo hice mal. Lo hiciste mal. Fue cosa de dos. Aunque influyesen terceras personas. Pero me gustó.
Caí en un pozo sin fondo de remordimientos. Contigo a cuestas, y un vaso de whisky en la diestra. Pero no me arrepiento.
Llevé tatuado "Carpe Diem" en el pecho. Pero me arranqué la piel a tiras. Con varios folios llenos de pensamientos siendo testigos. Y siendo culpables.
Juzgan. Como aquella niña del colegio que te tiraba del pelo porque no le gustaban tus trenzas.
Y murmuras sandeces entre dientes. 
Llamo a la puerta, y asomo el pie por debajo. No ves el corderito blanco, con un lazo rosa atado al cuello. Sino al lobo. Con la voz cálida por la miel.
Arranqué la planta donde grabé mis iniciales en las primeras hojas. Marchitándose las últimas.
Y te ríes.
Me invitas a una copa, brindando por nosotros. Recuerdas un fragmento de una canción que escuchabas siendo niña.


-Al olvido invito yo.-

lunes, 26 de septiembre de 2011

Ducha en bilis.

-Elisabeth, ¡Elisabeth! ¿Estás en casa? ¿Eh? ¡¿EH?!- Grita, abriendo cada puerta del pasillo. Izquierda, derecha, izquierda. De nuevo derecha. Histérico, con la adrenalina desorbitada, tanto como sus ojos, y el sudor empañándole las ideas en una calva cada vez más intensa. Pese a conservar el pelo canoso, y unas arrugas en la frente. De expresión, dice él. Pero, en realidad, son de disgustos.
-¿Eh? ¡Oh! Estás aquí. Te echaba mucho de menos. Me he portado fatal y yo... Yo no soy así, Elisabeth. Sabes que no. ¿Verdad? No sé qué me pasó, se me fue la mano y... ¡JODER!, ¡lo siento! ¡Te prometo que nunca más! De hecho, mira, mira.- Con las manos temblorosas, y el labio superior haciendo amagos de volcarse en una mueca de lo más desagradable. Giró el torso hacia la derecha, rebuscando en los bolsillos, hasta sacar una caja pequeña, de color verde. De plástico aterciopelado. -¡Plac! Mira.......-
Un anillo de oro blanco, reluciente, con un aspecto similar al del mercurio y, en la cara superior, un pequeño diamante blanco, con destellos de luz, apuñaló sus ojos.
-Quiero cambiar y............. ¿Eh? Ay, no sufras.... No llores, que te prometo no volver a levantarte la mano.- Alza ambos brazos, rodeándole la cintura, entrelazándolas tras las caderas.








No lloraba. Era una gota de agua. Acababa de ducharse.

domingo, 18 de septiembre de 2011

No.

Las brasas del cigarro queman conforme se chupa de la boquilla. Se absorbe, el humo rasca la garganta, y la nicotina alivia la ansiedad. 
Una buena excusa para mantenerse con la boca ocupada, y dejar a la mente hablar por ti. Secretos a gritos.
Pero están ahí, y de ahí se saca todo. 


La mente vuela en círculos, colándose por los huecos de la habitación, sacando lo más profundo de cada rincón. De las sábanas, incluso del incienso que se consume casi al mismo par que el cigarro en el cenicero. 
-¿Me das un beso?- 
Y se quedó ahí, en una petición sin fundamento ninguno, limitándose al poder del suponer qué pasaría si lo das, o no. Pero una petición, al fin y al cabo.
Miras los labios ajenos, femeninos o masculinos. Son labios. Entreabiertos, dejando ver unos dientes rectos, blancos. Bien colocados. Y te lo piensas. Porque es una petición, y no una orden.
De nuevo te llevas el cigarro a la boca, y tragas cloroformo en forma de humo. No duerme, relaja. Y parpadeas. Vista fija en los labios.
Llueve. Fuera caen gotas, impactando contra el asfalto, comiéndoselo, recorriendo las grietas de forma fluida y transparente. Pero mojado. Además de oler a tierra mojada, huele a la misma lluvia. Al humo de las chimeneas, y casi escuchas el crujir de la madera al rojo vivo. Lo que te hace recordar que el cigarro se está consumiendo solo.
Un trago de té sin azúcar. Amargo, como una misma un domingo sin ruido. 
Entonces caes en la cuenta de que no lo está haciendo bien, y de que es una triquiñuela absurda hasta para una mujer. Una inseguridad que se respira, y rasca más que el tabaco. 
-No.-
Finalmente contestas, y lo dejas ahí. La reacción de su cara no es de sorpresa, sólo de decepción. Pero contabas con ello, por lo que ni a ti te sorprende que baje la vista, y te finja una sonrisa que, en realidad lo que quiere decir es "Oh....". Y ya. Pero ambos os jodéis. Porque sois ambos os que os habéis quedado sin beso. 


-Porque hay cosas que no se piden. Se dan.- 

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Post-Moderna.

-Ya sabes. Es una "modernita guay". De esas que dicen ser lo que no son, y presumen de ello. Las que ganan un prestigio falso por hipocresía general. Y juicios anticipados, además de precipitados.
-Sí. Pero, casualmente, mira lo que me ha salido.- Alza la diestra, con todos los dedos flexionados excepto el corazón, bien estirado. Un buen corte de mangas, digno de una "rebelde sin causa". Sin causa aparente.

Me sigue pareciendo de lo más curioso la manera en la que la gente mete las narices donde nadie les llama. ¿Escasez de vida propia? Puede ser. Aunque sigo decantándome más por la opción de "Toca pelotas".
Señoras y señores, bienvenidos al club de los "Post-Modernos". ¿Es vuestro primer año? No importa. Aclararé dudas con una breve introducción sobre este brillante, y a la vez instructivo, club.

Primero, y más importante, NUNCA. Y repito, NUNCA, es necesario un argumento fijo y sólido para detallar lo que se diga. Siempre se puede hablar sin saber. Total, es lo que hace la mayoría de la piara que tenemos por sociedad.
Segundo, jamás demos explicaciones al resto, de lo que hacemos o decimos. No obstante, tenemos plena autoridad para pedirlas.
Tercero, la hipocresía se lleva a la orden del día. Sino, no está en la onda. Es necesario negar rotundamente, y criticar, un hecho que le hemos visto al vecino y, seguidamente, hacerlo nosotros.
Cuarto, .... ¡Ah! Una duda allí al fondo. A ver, el trajeado del fondo con corbata de Lacoste, ¿sí?
-"Si nos piden explicaciones, ¿qué tenemos que decir?"-
-Hay una respuesta comodín para eso. "Es que es mi forma de ser."-
Bien, gracias. ¿Por dónde iba? Ah, sí.
Cuarto, la apariencia es lo más sustancial que tenemos, por lo tanto, hay que cuidarlo y, para saber quiénes son de los nuestros, imponer una estética global. Si no se sigue, no es digno de merecer nuestra compañía y, mucho menos, nuestros respetos.
Quinto, la ética moral que nos inculcaron en primaria es falsa. Una plena desfachatez a la dignidad humana, y al amor propio. Así que empiecen a olvidarlo, o nunca llegarán a ser unos buenos "Post-Modernos".
Sexto, ¿se saben el refrán "Dime con quien andas y te diré quién eres"? Pues ajústenlo a su rutina diaria. No se puede llevar un estatus social estando con gente inferior. No sé si saben a quiénes me refiero. Sí, sí. A esos chicos que visten de negro, o las chicas que llevan collares con tachuelas. No saben el daño visual que hacen a nivel mundial.
Séptimo, borren de sus planes de futuro a los amigos. ¿Quién los necesita teniendo dinero, poder, o ropa? ¿Quién? Empiecen a crear un grupo de "amigos" estables, desechando a todos los que no sigan un orden previo de prioridades básicas del "Post-Modernismo".
Y por último, y no por ello menos importante, TODOS los individuos que NO se ajusten a esas normas, pasaran a ser desechos sociales. Ergo, no sean tontos, y sigan estas normas. Útiles y, como no, recientes. Así serán unos auténticos "Post-Modernos".

lunes, 12 de septiembre de 2011

Distinto a como te lo cuentan

El cerebro monta jaleo. Dentro de sí mismo, revolviendo la materia gris, y vomitando neuronas. Neuronas que en tu vida volverás a recuperar, pero... ¿Importa? Ya no pensamos.
Actuamos.
Lo veo a excusa, diría alguien con la mente lúcida, y un cerebro sin mierdas absorbidas, o introducidas de manera consciente.
"Esto te mantendrá consciente, despierto. Euforia". Me dijeron. Una vez, y sobraron los motivos.
-Snffffff, snfffffff... Oh... Dios Santo...- Mano diestra a la nariz, pinzándola con el índice y el pulgar, masajeándole de arriba a abajo. Picaba. Y tanto que picaba.

Saliva por los suelos, y aire en las cañerías. Bufones tras las barras, y otros más incompetentes delante de ellas. Son los mismos, sólo que los de delante de menos calidad.
Energía de bolsillo. Blanca. Chispas invisibles que le dan movimiento a las articulaciones. Relámpagos en miniatura que ponen en funcionamiento tu cerebro, y las neuronas que aún residen ahí dentro.
Parpadeas. Pupila dilatada, pero eres tú. Y estás despierto. Que no es lo mismo que consciente. O descansado.

Podrías seguir bailando toda la noche. Cubata en alza, con Depeche Mode de fondo. Tecleando. Dando lugar a las chispas de tus articulaciones.



Con el bajón en el cuerpo, eliminando el resto del efecto estimulante, te sientas en la cama. Espalda contra el colchón, ojos cerrados. Bienvenido al mundo real. Déjate follar por Morfeo.

jueves, 8 de septiembre de 2011

Conciencia.

Que la mente vuele en círculos sobre una cabeza vacía. Que derrocha líquido amniótico sobre una silla, de un feto mal gestionado, y una placenta con un PH demasiado alto.
Todo son inconvenientes. Pero los dedos siguen en movimiento. Arrítmico, totalmente. Y con Pink Floyd de fondo.
Sería justo llevar la batería en el pecho, y el bajo en los tímpanos. Todos sabemos a qué bajo me refiero, ¿verdad?
Buscar la sintonía que esté en equilibrio con la música, y un significado subliminal que, probablemente, nunca se llegue a expresar con palabras. Se siente, no se habla. Calla, cierra los ojos, y escucha.
-Plín, plan... Pam, pam... Plín, plan... Brmm, brmm...- Guitarra, batería, bajo, trompetas incluso. Tienen una conversación donde predomina el bajo, pero la batería le alza la voz. Y el feto se resiente a querer salir.
-Pam... Plín... PAM...- Primera contracción, seguida de un pinzamiento en el vientre. La batería hace de las suyas, y el bajo acompaña para hacerse notar. Lleva el ritmo.
-Brr... Plan, plan... Brr...- Segunda contracción, y una tercera. El grandísimo hijo de puta empuja. Quiere salir, de un lugar lejano al mundo. Evasión. Para venir a uno peor.
-Quédate donde estas... Antes de que me arrepienta y te escupa al exterior.- Ahora un coro de voces ponen letra a la discusión entre batería y bajo. La guitarra apenas se escucha, ha debido de callarse, o musita algo con el resto de trompetas.
-Brúaannn... Brúaannnnn.....- Resuenan las cuerdas, desprendiendo sudor en forma de vapor musical. Se me mete dentro de la materia gris, y la controla.
-Glug...- Cuarta contracción, y ya casi está para asomar la cabeza. Juega duro, y ni siquiera está formado. Tiene agallas. No sabe lo que le espera ahí fuera. Un gobierno que se desentiende, y ya no se puede llamar "gobierno". Una ciudad hasta arriba de porquería de todo tipo. Máquinas de tabaco en tiendas de bebés y Farmacias. Salud privada, para el Rey y derivados. Las calles abarrotadas de gente que pisa cadáveres de mendigos, como si fueran gatos en mitad de una carretera.
-No salgas...... Quédate donde estás, que estarás mejor. Aún te falta un mes en el paraíso, cabrón.- Aquí el paraíso no llega cuando acabas de morirte, como decían en los cuentos, ahora quemados en hogueras colectivas, junto al resto de géneros. El paraíso, en este siglo, llega antes de nacer.
Un llanto resuena por la habitación. Cuatro paredes, y una música que sigue sonando. Batería, bajo, guitarra..........
-No llores. Espera a tener conciencia.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Démosle al Play.

Verde. Tos. Gargantas irritadas. Vino de cartón. Música ruidosa. Carmín en los labios. En los tuyos.
Deseé tener una grabadora de mentes. Pensé en inventarla. Un pequeño aparato, metálico, que consiguiera grabar lo que piensas. Plasmarlo. Y en un momento, recordarlo todo. A la hora de escribir, usar el "pause", y reanudar de nuevo el casette para cuando se quisiera.
Creo que pensé todo eso por llevar encima el efecto de la droga y del alcohol. Mala combinación. No podía cambiar la expresión del rostro.
En realidad, dudé tener algún tipo de expresión.

martes, 6 de septiembre de 2011

TNT.

Y le llamó Dinamita. O, en momentos de literal ternura, TNT.
Sabía que albergaba un carácter fuerte, tempestuoso. Muy en el fondo, sosegado, e inalterable. Tan en el fondo, que jamás supo de su existencia, hasta el día en que se fue.
El rostro apagado. Lúgubre, con una espesas cejas negras, ya con varias canas plateadas que centelleaban a la luz de los faroles. Y siempre inclinadas hacia el tabique nasal, profundizando en las arrugas que se dibujaban en la parte superior de la nariz. En la frente, otras tantas de forma horizontal, bien diseñadas, cayendo en mitad.
Nunca distinguió el color del iris de la pupila. Por no haberse acercado demasiado, o por no haberle sostenido la mirada más de dos segundos. Típico en un hombre que creía en eso de "La letra, con sangre entra". Y así fue.
-¿No te levantas a saludar a tu madre, Rachel?-
Ni la voz temblorosa, ni la duda resbalándole de la boca. Mamá había llegado, hacía apenas dos minutos, pero la puerta no había sonado siquiera. Siempre sigilosa, para no molestarle. De espaldas no la había visto. Pero antes de levantarse, y poder darle un abrazo a su madre, un bofetón, sonoro y caliente, le impactó en la mejilla izquierda. Sonó como quien palmea encima de una mesa plástico con la palma de la mano bien abierta. Y el escozor, junto con la sangre ardiendo, de dicha zona, la hacían una sensación desagradable. Pero no lloró. Le dolía, desde luego. Pero lo que más, el orgullo.
Dicho y hecho, se puso en pie. Con la barbilla a buena altura, y dio la vuelta a sus pies, mirando los de su madre. Tacones grises, como el día en los callejones de Brent. Gris. Apagado. Húmedo, si acaso.
-Buenos días, mamá.-
Apenas lo musitó, volviendo la vista hacia la mano que acababa de posarse en su hombro derecho. Uñas de un color granate, largas, y bien cuidadas. Su madre la acompañaba junto al bofetón que aún se resentía en la piel de la mejilla. Bastardo. Pensó.
"Y de estas cosas veréis, si en esta casa os quedáis, al menos seis por semana". Como bien escuchó decir una vez a su tía Margaret. Y así fue. Jarabe de palo para la niña maleducada y contestona.
Volvió a repetirse innumerables veces, todas con su efecto positivo. el "nunca más" se reflejaba en cada caso de manera distinta. Volviendo la cara o, simplemente, resoplando. Media vuelta, y a la habitación.
Una tarde no volvió de comprar tabaco. Tampoco fumaba, de hecho, así que dio por supuesto que mamá lo sabía. La casa siguió en silencio. No más del que tenía antes, pero al menos había algo en el ambiente que lo hacía diferente. No era calidez, sino tensión. Él era la tensión. Espontáneo, y duro.

-¿Y no volviste a saber nada de tu padre, abuela?-
-Nada de nada. Tampoco me dieron medios para buscarle, pero no le volví a ver. Supongo que, a estas alturas, ya no seguirá entre nosotros, pequeño. Y... ¡Ah! Ya que estás, dile a tu hermano que me traiga las medicinas de encima del estante de la salita.
........ El niño, de unos ocho años, flexionó las rodillas, volviendo a ponerse en pie, doblando la esquina del salón para cruzar el pasillo, con los pasitos resonando por las paredes, en busca de James. Que contestó, textualmente:
-Que vaya ella.