jueves, 8 de septiembre de 2011

Conciencia.

Que la mente vuele en círculos sobre una cabeza vacía. Que derrocha líquido amniótico sobre una silla, de un feto mal gestionado, y una placenta con un PH demasiado alto.
Todo son inconvenientes. Pero los dedos siguen en movimiento. Arrítmico, totalmente. Y con Pink Floyd de fondo.
Sería justo llevar la batería en el pecho, y el bajo en los tímpanos. Todos sabemos a qué bajo me refiero, ¿verdad?
Buscar la sintonía que esté en equilibrio con la música, y un significado subliminal que, probablemente, nunca se llegue a expresar con palabras. Se siente, no se habla. Calla, cierra los ojos, y escucha.
-Plín, plan... Pam, pam... Plín, plan... Brmm, brmm...- Guitarra, batería, bajo, trompetas incluso. Tienen una conversación donde predomina el bajo, pero la batería le alza la voz. Y el feto se resiente a querer salir.
-Pam... Plín... PAM...- Primera contracción, seguida de un pinzamiento en el vientre. La batería hace de las suyas, y el bajo acompaña para hacerse notar. Lleva el ritmo.
-Brr... Plan, plan... Brr...- Segunda contracción, y una tercera. El grandísimo hijo de puta empuja. Quiere salir, de un lugar lejano al mundo. Evasión. Para venir a uno peor.
-Quédate donde estas... Antes de que me arrepienta y te escupa al exterior.- Ahora un coro de voces ponen letra a la discusión entre batería y bajo. La guitarra apenas se escucha, ha debido de callarse, o musita algo con el resto de trompetas.
-Brúaannn... Brúaannnnn.....- Resuenan las cuerdas, desprendiendo sudor en forma de vapor musical. Se me mete dentro de la materia gris, y la controla.
-Glug...- Cuarta contracción, y ya casi está para asomar la cabeza. Juega duro, y ni siquiera está formado. Tiene agallas. No sabe lo que le espera ahí fuera. Un gobierno que se desentiende, y ya no se puede llamar "gobierno". Una ciudad hasta arriba de porquería de todo tipo. Máquinas de tabaco en tiendas de bebés y Farmacias. Salud privada, para el Rey y derivados. Las calles abarrotadas de gente que pisa cadáveres de mendigos, como si fueran gatos en mitad de una carretera.
-No salgas...... Quédate donde estás, que estarás mejor. Aún te falta un mes en el paraíso, cabrón.- Aquí el paraíso no llega cuando acabas de morirte, como decían en los cuentos, ahora quemados en hogueras colectivas, junto al resto de géneros. El paraíso, en este siglo, llega antes de nacer.
Un llanto resuena por la habitación. Cuatro paredes, y una música que sigue sonando. Batería, bajo, guitarra..........
-No llores. Espera a tener conciencia.

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