lunes, 26 de septiembre de 2011

Ducha en bilis.

-Elisabeth, ¡Elisabeth! ¿Estás en casa? ¿Eh? ¡¿EH?!- Grita, abriendo cada puerta del pasillo. Izquierda, derecha, izquierda. De nuevo derecha. Histérico, con la adrenalina desorbitada, tanto como sus ojos, y el sudor empañándole las ideas en una calva cada vez más intensa. Pese a conservar el pelo canoso, y unas arrugas en la frente. De expresión, dice él. Pero, en realidad, son de disgustos.
-¿Eh? ¡Oh! Estás aquí. Te echaba mucho de menos. Me he portado fatal y yo... Yo no soy así, Elisabeth. Sabes que no. ¿Verdad? No sé qué me pasó, se me fue la mano y... ¡JODER!, ¡lo siento! ¡Te prometo que nunca más! De hecho, mira, mira.- Con las manos temblorosas, y el labio superior haciendo amagos de volcarse en una mueca de lo más desagradable. Giró el torso hacia la derecha, rebuscando en los bolsillos, hasta sacar una caja pequeña, de color verde. De plástico aterciopelado. -¡Plac! Mira.......-
Un anillo de oro blanco, reluciente, con un aspecto similar al del mercurio y, en la cara superior, un pequeño diamante blanco, con destellos de luz, apuñaló sus ojos.
-Quiero cambiar y............. ¿Eh? Ay, no sufras.... No llores, que te prometo no volver a levantarte la mano.- Alza ambos brazos, rodeándole la cintura, entrelazándolas tras las caderas.








No lloraba. Era una gota de agua. Acababa de ducharse.

2 comentarios:

  1. Rabia, impotencia, deseos de venganza, humillación, vejación, dolor, miedo,abandono.

    Por todo ello yo sí sabría qué hacer con ese precioso anillo... sin dudarlo ni un momento se lo dejaría en la frente estampado, decapitándole previamente de sus órganos, con la máxima lentitud y abandono en mi cometido de defensa.

    Hay que ser muy cobarde y muy hijo de su madre para permitirse el lujo de intentar humillar y agredir a una mujer (u hombre).

    Como vés, tu texto tiene fuerza. Que conste que me ha gustado, sólo que el tema es espinoso y da rabia, lo entenderás.

    Abrazos.

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